No soporto, ni uno más
- Andrea-Maria-Paula
- 17 oct 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 21 nov 2018

Autor: Andrea Toscano Sánchez
Es inaceptable que, en el actual siglo XXI, las mujeres no podamos salir a la calle con la tranquilidad de que ningún desadaptado comience a dar silbidos, gritos, piropos, comentarios sexualmente explícitos o implícitos, masturbación pública, tocamientos, miradas obscenas, besos, gestos lascivos, entre otros; el simple hecho de salir a calle se convierte para nosotras las mujeres en una pesadilla, siendo así el pan de cada día. A estos actos que realizan los pervertidos se les conoce como acoso callejero y afecta a la gran mayoría de las mujeres principalmente a las mujeres jóvenes y adolescentes, estoy tan segura y me atrevo a deducir que todas las mujeres en quizás una o más ocasiones les ha tocado vivir esta pesadilla. “Es un problema sin fronteras, ya que, en una serie de estudios de varios países, desde Egipto hasta Canadá, entre 70 y 99 por ciento de mujeres reportaron haber experimentado acoso callejero, que varía desde acoso verbal hasta contacto no deseado y violencia física” (Kauffman, 2014).
Este tipo de actos son una realidad que muchos no quieren afrontar, quieren tapar el sol con solo dedo, y esto hace mucho más difícil poder erradicar con este tipo de conductas; ya las mujeres estamos cansadas y desesperadas de esta situación, a muchas nos da miedo pasar por algunas calles porque ya sabemos que nos exponemos a este tipo de acosos y decidimos evitar pasar por algunos sitios del espacio público, situación que va en contra de la libertad e igualdad de género. Lo más difícil es la invisibilización de este tipo de prácticas, y cuando exponemos esta situación como una problemática que afecta nuestra integridad, muchos justifican este tipo de actos como “cultura”, que es una conducta “naturalizada”, ¿Acaso es natural que no pueda caminar tranquila por tres cuadras sin escuchar algún silbido, grito o comentario? Esto es algo inadmisible. Lo más indignante es que vivimos en una sociedad machista y tradicional, que todavía no valora a la mujer, viéndola como un simple objeto que no tiene ni posee los mismos derechos que los hombres, se valora más la agresividad masculina y consintiendo este tipo de conductas, incluso hasta culpado a las mujeres con frases como: “Nadie la manda a vestirse así”, “Si no quieren que les pase nada, ¿Para que salen a estas horas?”, “Es algo normal, que va en la tradición de los hombres”, “Solo es un piropo”, “¿A quién no les gusta se le halague por su físico?” No soporto ni uno más Video de acoso callejero en Barranquilla, realizado por el diario el Heraldo.
Según un estudio realizado por la organización “Street Harassment” dedica a documentar, afrontar y terminar con la violencia callejera. El acoso sexual callejero, tiene además el propósito o efecto de violar la dignidad de una persona. Es un acto que le indica a una mujer que el espacio público no es de ella y que además es producto de la objetivación de su cuerpo. Asimismo, existe una clara intención y comportamiento sexualizado de forma no consensual y forzada hacia la víctima. El agresor ya no puede ver a la persona agredida con la capacidad de decir no y de detener el comportamiento hacia sí misma y por ende continúa perpetrándose como una forma de violencia de género muy discutida en los últimos veinte años. Este tipo de ataques son parte del comportamiento sexualmente violento hacia las mujeres y tienen como consecuencia evitar que una mujer use el espacio público libremente, además de hacer parte del proceso de naturalizar o quitarle importancia a la violencia de género y a la violación (“Street Harassment”, 2013).
Yo al igual que la mayoría de las mujeres queremos que este tipo de acosos callejeros se acabe de manera definitiva, debemos darlo a conocer ante toda la sociedad, cuando muchas mujeres demuestren lo inconforme que están con la situación esto puede llegar a ser visible, hoy en día contamos con las redes sociales como un medio que nos permite hacer cualquier tipo de información viral, y es necesario que todos se den cuenta de que es un problema que lleva oculto muchos años, que no es algo “natural” como muchos lo llaman, es horrorizante para nosotras como mujeres.
Estamos cansadas de ser agredidas todos los días en la calle sin que nadie tome en serio la humillación y frustración que sentimos cuando hombres desconocidos nos insultan, nos tocan, opinan sobre nuestro físico o apariencia, nos persiguen, nos muestran sus órganos genitales, nos miran morbosamente y con muchas otras conductas inadecuadas. Pero para esto no solo es necesario intentar cambiar la conducta de estos pervertidos, porque es una cuestión difícil, se necesita ayuda del estado, de las entidades policiales que nos brinden acompañamiento frente a este tipo de acoso y que nos hagan sentir seguras en el espacio público, que igual que todos los hombres tenemos derecho de disfrutarlo sin sentirnos incomodas o frustradas por este tipo de acosos, no podemos soportar ni uno más.
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